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jueves, 6 de marzo de 2014

Instinto de la flor


Sobre las planicies del aire
    navega
        el instinto de la flor...
            y sufre una pena/
    Pena del color desfalleciente 
        que muerden
           equívocas luces.

Se mueve flameando
   vertical/
      suelta/
         indecisa/
   la flor del jacarandá
resignando esplendores
   en la copa púrpura/
      diferente/
 del deseo.

Con sutil voz llama
   la otra voz cadenciosa 
      de tus pasos   
   que derraman candores
      en la danza anhelante
         de los sueños.

Tu pelo
   gime al viento
      estallido vigoroso de trigales/
hebras/   lazo de hadas/
   buscando
      la cinta cariñosa
   de lícitas manos/
¡Oh, autoridad natural del amor!

Te ama el sol   aún
   en su celo de ondas cósmicas
      cuando las penumbras te envuelven/
   sombras que embargan
      /atrevidas/
   tus alas de gaviota.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 25 de marzo de 2012

Senda de esperanza.



La esperanza todavía canta.

El péndulo inquieto del amor
   azora ríos
      de venas abatidas.

Sentimientos...
   sacudiendo cauces/   van...
      volverán verdecidos
   de vivo color/   volverán/
Aún rodando cuesta abajo
   volverán
      en sueños amanecidos.

Gratitud   reverencia
   enseñan las páginas
      del deleite vivido.

Traspiés/ en la contienda del deseo.
Esperanza derrotada
   y dos caminos
      virtud   resentimiento...
¡Retinto!
   ¡Cambiado color de mi senda!
Donde brotan celestes augurios
donde vive y sueña
   un ángel eterno.

¡Esperanza!/   ¡Casa inmutable!
   Virtual concreción del espíritu.
Horizonte renovado de perdidas batallas.
Esperanza que mueven mis manos
   mis dedos
      en el garabato feliz de mi pluma.

Esperanza obcecada
   que construye un jardín
aún
   donde
¡hasta las piedras estallaron!

Autor: Juan C. L. Rojas

jueves, 2 de diciembre de 2010

El gozo de verte

Que bueno es verte
     a pesar de todo...
de lo imposible
    que con puñales
        criba el alma.
A pesar del completo deseo
    y solo las migajas.

A veces es mezquina la vida
    y nos da
         nada más   nada menos/
 sus pequeños tesoros.

Que bueno es
    solo verte...
¡aunque arrimar su hocico
    quieren
los perros que aúllan
    en mi corazón!

Que bueno es verte
    aunque se gasten mis ojos, así...
y mi pecho de suspiros.
Que bueno es verte
    aún con el dolor
        de saber que partirás...
    que sufrirá ausencia
        la posibilidad perdida
            de enlazarse nuestras manos.

En tanto tus ojos    a sabiendas/
    no paran    en su fugaz mirada/
¡Llegan hasta el rincón
    donde te adoran mis sueños!
                     ...
Si rompo con mi silbo
    histriónico e indiferente
        en los patios desiertos
    mentiroso es mi andar
        mi cordura es falsa
pero...
¡tan real
    mi gozo de verte!

Autor: Juan C. L. Rojas

miércoles, 24 de febrero de 2010

Silbo de los sueños

Se hunde en mi corazón
    este silbo/
que mis labios
    inquietan al aire.

Sobre este potro indomable
    marcha una lanza florecida/
/lanza de sueños/

Tiene su asta
    empuñadura sudorosa
        de madera mutilada.


Se hunde en mis versos
    este silbo secreto
que pasea su nostalgia
    en senderos palpitantes.

Se adentra/
    en los bordes sonoros de las hojas/
y el fuego de amor se aviva
    en el fresco pigmento del deseo.

No es del ave
    el pico que succiona
        el zumo azucarado
            de los frutos...
    y no son sus alas/
        las que abrazan...
esta latente tibieza de sentir.

Autor: Juan C. L. Rojas

lunes, 2 de noviembre de 2009

Baldosas adormecidas

Ya no camino/
Lo hacen sólo mis pasos
   sobre las baldosas adormecidas
      de mi pensamiento/
Caminan/
sobre esta paradoja
   del placer y del dolor.

Pensar que hace un rato nomás
   eran en mis piernas las tuyas
      tallo fresco/
         verde fuego/
            enredadera de pasión.

Y hubo la eternidad de un momento/
   unidad del instante
      de tus manos y las mías...
         y de estos labios    y los tuyos/
            abrazados del deseo.

Y fueron entre sí nuestra piel
   en busca de ríos de tibieza
      cuando los ojos entraban/
         en túneles de mágica ternura.

Y fueron a la cúspide
   estas banderas del amor...
      para decirse adiós
         en la llama susurrante
            de los labios.

...y ya no camino/
lo hacen sólo mis pasos/
sobre las baldosas adormecidas
   de mi pensamiento/
Deambulan/
sobre esta paradoja dura
   del placer y del dolor.

Autor: Juan C. L. Rojas

Gracias a todos por vuestra generosidad en participar. Un abrazo.