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lunes, 3 de marzo de 2014

La tarde cómplice

Se encendió en crepúsculo la tarde
    cuando ya no estabas
y en tropiezo de sombras
    sucumbí a tu ausencia. 

Rodó la tarde en pasillos largos
    túneles de oscuridades quietas...
        y me habló con su voz silente. 

Desde sus banderolas
    los salones me espiaron discretos...
        y entre tanto
            de ti me habló la tarde
        desde su corazón misterioso    al mío.

Cayó mi sombra cabizbaja/
mis brazos rendidos/
mi rostro en bandejas
    de fríos pasamanos/
Metales hirientes
    de brumosas escaleras.

En sollozos    sordos
    confundí
        una voz rumorosa...

Resignada a la noche
la tarde cómplice
    consoló mi quimera
        acarició mi esperanza. 

¡Oh, esperar de nuevo!...
¡Un día siguiente
    para los besos rescatados!
¡Para liberar en júbilo
    a nuestros prisioneros esplendores! 

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


jueves, 11 de noviembre de 2010

La tarde cómplice

Se encendió en crepúsculo la tarde
    cuando ya no estabas
y en tropiezo de sombras
    sucumbí a tu ausencia.


Rodó la tarde en pasillos largos
    túneles de oscuridades quietas...
        y me habló con su voz silente.


Desde sus banderolas
    los salones me espiaron discretos...
        y entre tanto
            de ti me habló la tarde
        desde su corazón misterioso    al mío.


Cayó mi sombra cabizbaja/
mis brazos rendidos/
mi rostro en bandejas
    de fríos pasamanos/
Metales hirientes
    de brumosas escaleras.


En sollozos    sordos
    confundí
        una voz rumorosa...


Resignada a la noche
la tarde cómplice
    consoló mi quimera
        acarició mi esperanza.


¡Oh, esperar de nuevo!...
¡Un día siguiente
    para los besos rescatados!
¡Para liberar en júbilo
    a nuestros prisioneros esplendores!


Autor: Juan C. L. Rojas

miércoles, 25 de noviembre de 2009

No te engañes


Que no te engañen en las despedidas
    la dureza de los ojos
        ni las palabras frías
            ni el adiós pobre en el aire/
    ni este ceño fruncido y distante
        ni la risa envuelta en ironías...
¡Pobres ironías
    que tangencial sintonizan el polvo
        de subterráneas ecatombes!
No se acerca    a veces
    ni a tus mejillas
        este suspiro mío que puede abrir el mar.
Que no te engañe mi silbo indiferente/
    pues quiere ignorar
        lo trunco del silencio
            y de mi corazón
                el candente grito.
En las alegrías de este amar
    hay tristezas/
tristezas del vacío    en el corte de esta herida...
y en la música dolorosa 
    que estremece
        vez tras vez
a mi piel.

...Y que no te engañen mis ojos secos
estos párpados cansados
    que derrumbándose
        combaten aún
para que entre/
esta indeterminada luz
    que ya no sé si es crepúsculo
        o un tímido amanecer.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

Gracias a todos por vuestra generosidad en participar. Un abrazo.