Que no te engañen en las despedidas
la dureza de los ojos
ni las palabras frías
ni el adiós pobre en el aire/
ni este ceño fruncido y distante
ni la risa envuelta en ironías...
¡Pobres ironías
que tangencial sintonizan el polvo
de subterráneas ecatombes!
No se acerca a veces
ni a tus mejillas
este suspiro mío que puede abrir el mar.
Que no te engañe mi silbo indiferente/
pues quiere ignorar
lo trunco del silencio
y de mi corazón
el candente grito.
En las alegrías de este amar
hay tristezas/
tristezas del vacío en el corte de esta herida...
y en la música dolorosa
que estremece
vez tras vez
a mi piel.
...Y que no te engañen mis ojos secos
estos párpados cansados
que derrumbándose
combaten aún
para que entre/
esta indeterminada luz
que ya no sé si es crepúsculo
o un tímido amanecer.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas