Que no te engañen en las despedidas
la dureza de los ojos
ni las palabras frías
ni el adiós pobre en el aire/
ni este ceño fruncido y distante
ni la risa envuelta en ironías...
¡Pobres ironías
que tangencial sintonizan el polvo
de subterráneas ecatombes!
No se acerca a veces
ni a tus mejillas
este suspiro mío que puede abrir el mar.
Que no te engañe mi silbo indiferente/
pues quiere ignorar
lo trunco del silencio
y de mi corazón
el candente grito.
En las alegrías de este amar
hay tristezas/
tristezas del vacío en el corte de esta herida...
y en la música dolorosa
que estremece
vez tras vez
a mi piel.
...Y que no te engañen mis ojos secos
estos párpados cansados
que derrumbándose
combaten aún
para que entre/
esta indeterminada luz
que ya no sé si es crepúsculo
o un tímido amanecer.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
Me gusta Juan!(pero la barra...)
ResponderEliminarA veces sólo una pequeña luz a la distancia nos indica que si seguimos avanzando, encontraremos la fuente de esa luz.
Escuchar la música del alma y saber que dice, es un don. Cambiar la música, depende de nuestra voluntad.
Y hay momentos en que el silencio del alma suena a dulce música, que acaricia, sin dolor.
Cariños!
Hola, gracias por seguir mi blog, lo sigo, también. Sus poemas son muy hermosos. Volver a leer más. Un abrazo aquí en Brasil.
ResponderEliminarTais Luso
gran tema mi amigo, me gustó.
ResponderEliminaramigo disculpe, ¿por qué su blog, cuándo usted publica no aparece actualizado?
un abrazo
Muchisimo sentimiento en el que se palpa el dolor, tus versos me secuestran el alma, me gusta leerte poeta
ResponderEliminarUn abrazo
Stella