Pude llegar esta tarde
después de despedirte...
Luego de vorágines ardientes ¿verdad?
En los lazos de la pasión y del amor.
Suspiro ahora ensueños
de arpas y guaranias.
Respiro poemas/
y música que sublima los anhelos.
Siento tu voz diaria rondando mi sien/
invitándome a callar/
a silenciar el grito ardiente
que estalla en mi pecho.
¡Oh, ingenua y dulce!...
¿Le pides calma
al corazón que no sabe olvidarte?...
El va más allá de su sangre
y de nuestros cuerpos/
Más allá de las fronteras
de llamas y torrentes inflamados.
Oh, mujer
como a un niño, que no sueñe
no le pidas al poeta que no sienta.
Trituro mi nostalgia
cuando espera un milagro
la esperanza obsecada/
Pero... acopia incertidumbre mi pasión.
¿Recuerda tu cuerpo a mis brazos?
¿Me recuerdas murmurándote al oído
sintiendo tu corazón golpe a golpe
tu piel palmo a palmo, lo recuerdas?
Se enrojece la tarde
matizada de nubes azules.
La calidez de una brisa
trae fantasmas de ternura/
horas del disfrute/
cotidiano trajín aderezado en el amor...
¡Es allí donde supimos con certeza
de nuestro gozo subrepticio...
alumbrando en las penumbras.
Autor: Juan C. L. Rojas