sábado, 15 de marzo de 2014

Es cierto

Los cristales están rotos
donde no se ven
    las palabras ciegas
        de mi corazón hundido.

Y aunque no creas
    esto es cierto...
esto del amor y el tambor añicos...
Y es cierto que llueve
    sobre estos cristales
        aunque no llueva.

Puedes enterarte además/
    que mi mente no teje fantasmas
que es cierto aquello del sentimiento/
que callan los truenos por dentro/
...Que pongo escaleras
    sólo para alcanzarte.

Hasta aquí domino el silencio...
   para que vivas...
        ¡Por Dios, nada menos!

Compruebo que es cierto...
Es cierto esto de la muerte lenta
    donde entre nubosas agonías
        las preguntas borbotean.

...¡Para qué mis versos
    si no cantan en tu pecho!
Para qué
    la  luz/    del poema/
        si no alumbra el verdadero.
Para qué...
Para qué mi siembra de colores
    en las paredes...
cuando no sé     si van tus ojos
    a donde mi amor te habla.

No.
No es juego.
Son ciertas las preguntas
    como esto que se clava en el pecho
        sin sangrar la piel.

Bueno...
Como cierto es
esta lluvia buena del desahogo
que ahora sí
    moja paredes y vidrieras...
y también mi rostro.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

Cuando pimpolleabas en el aire

Tienes que saberlo/
   ahora que está completa 
      la siega del tiempo.
Ahora 
   que el lago muestra
      sereno palpitar.

Podrás comprender
como yo lo comprendo ahora
que he sido sombra....
pretérita sombra de tus sombras.
Alma oscura
   perdida en lo cósmico/
esperando la raíz de tu amanecer.

En la agreste brisa estuve
   desliéndome en el furor
      del perfume a mangos,
cuando tú
   (nada más y nada menos)
pimpolleabas en el aire/
   mimándolo con frescor de pétalos...
Cuando en tu cuna soñabas mariposas/
   y aquella manos paternas
al visitar tus hombros
   tomaba tu cabecita 
      apoyándola en su pecho...
¡Allí yo estaba!
También creciendo.
Esperando al futuro como un amante
   tierno/   ardiente/

Tus ojos de asombro
   (¡los vi!)
se adentraban 
   en la luz del rocío sobre la gramilla
y en las gotas de lluvia
   cayendo/
      entre las hojas del naranjo.

Sí.
Allí estuve
entre las sonoridades del arpa   
   que tus oídos abrazaban
mientras el timbre de la voz cantante
   crecía/ 
      vibrando en tus huesos.

Me oculté bajo el brillo del agua
   cuando, tú, curiosa
te asomaste a la boca del cántaro oscuro
   que entre el verdor del jardín
      te esperaba. 

...Y no me reconociste/
   ni cuando por primera vez
      te tocó el amor en deleites y susurros.
No me reconociste
   y sentí celos.

Te esperé desde entonces
   en el cogollo abierto del sendero,
en la madura matriz del camino,
para abrazarte hoy
con esta voz de mi sangre
con este cantar de mi amor.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


Gracias a todos por vuestra generosidad en participar. Un abrazo.