Tienes que saberlo/
ahora que está completa
la siega del tiempo.
Ahora
que el lago muestra
sereno palpitar.
Podrás comprender
como yo lo comprendo ahora
que he sido sombra....
pretérita sombra de tus sombras.
Alma oscura
perdida en lo cósmico/
esperando la raíz de tu amanecer.
En la agreste brisa estuve
desliéndome en el furor
del perfume a mangos,
cuando tú
(nada más y nada menos)
pimpolleabas en el aire/
mimándolo con frescor de pétalos...
Cuando en tu cuna soñabas mariposas/
y aquella manos paternas
al visitar tus hombros
tomaba tu cabecita
apoyándola en su pecho...
¡Allí yo estaba!
También creciendo.
Esperando al futuro como un amante
tierno/ ardiente/
Tus ojos de asombro
(¡los vi!)
se adentraban
en la luz del rocío sobre la gramilla
y en las gotas de lluvia
cayendo/
entre las hojas del naranjo.
Sí.
Allí estuve
entre las sonoridades del arpa
que tus oídos abrazaban
mientras el timbre de la voz cantante
crecía/
vibrando en tus huesos.
Me oculté bajo el brillo del agua
cuando, tú, curiosa
te asomaste a la boca del cántaro oscuro
que entre el verdor del jardín
te esperaba.
...Y no me reconociste/
ni cuando por primera vez
te tocó el amor en deleites y susurros.
No me reconociste
y sentí celos.
Te esperé desde entonces
en el cogollo abierto del sendero,
en la madura matriz del camino,
para abrazarte hoy
con esta voz de mi sangre
con este cantar de mi amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
ahora que está completa
la siega del tiempo.
Ahora
que el lago muestra
sereno palpitar.
Podrás comprender
como yo lo comprendo ahora
que he sido sombra....
pretérita sombra de tus sombras.
Alma oscura
perdida en lo cósmico/
esperando la raíz de tu amanecer.
En la agreste brisa estuve
desliéndome en el furor
del perfume a mangos,
cuando tú
(nada más y nada menos)
pimpolleabas en el aire/
mimándolo con frescor de pétalos...
Cuando en tu cuna soñabas mariposas/
y aquella manos paternas
al visitar tus hombros
tomaba tu cabecita
apoyándola en su pecho...
¡Allí yo estaba!
También creciendo.
Esperando al futuro como un amante
tierno/ ardiente/
Tus ojos de asombro
(¡los vi!)
se adentraban
en la luz del rocío sobre la gramilla
y en las gotas de lluvia
cayendo/
entre las hojas del naranjo.
Sí.
Allí estuve
entre las sonoridades del arpa
que tus oídos abrazaban
mientras el timbre de la voz cantante
crecía/
vibrando en tus huesos.
Me oculté bajo el brillo del agua
cuando, tú, curiosa
te asomaste a la boca del cántaro oscuro
que entre el verdor del jardín
te esperaba.
...Y no me reconociste/
ni cuando por primera vez
te tocó el amor en deleites y susurros.
No me reconociste
y sentí celos.
Te esperé desde entonces
en el cogollo abierto del sendero,
en la madura matriz del camino,
para abrazarte hoy
con esta voz de mi sangre
con este cantar de mi amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas