lunes, 23 de noviembre de 2009

Y te pregunto si me amas

Se resbalan de mis ojos
    estas preguntas mías/
Colores que se rompen
    sobre las baldosas húmedas
(hoy otra vez llueve).

Sé que debo vencer 
    el sentimiento que batalla
        en callejas retorcidas/
Romper este lazo al corazón
    que se anuda en la garganta.

Debo parar 
    el temblor de mis manos
        y destruír las columnas
            de esta obsecada necedad.

Bienaventurado el corazón
    que no teme
        las heridas de la discordia
            ni su piel rota.

Bienaventurado
    quien no tiene compasión
        de aburguesados quistes instituídos.

Bienaventurado
    quien no se encamina al sacrificio
por tradiciones y leyendas.

Bienaventurado
    quien pone la cerviz
        y se encadena sólo al amor.

...Algunas preguntas
    resbalan de mi pecho...

¿Qué me corresponde
    el cofre que atesoras
        en lo profundo de tu alma?

Sin embargo/
    yo sé    lo que no sabes/
        lo que te pregunto y tu boca calla.

¿No es amor acaso
    que me libere de las fauces
        del íntimo fuego?

¿No es amor
    la sonrisa y el cariño
        sobre los hombros de la soledad?

Amor es el riesgo de tus alas
    para sanar las heridas
        de esta fiera esteparia.

Es amor el goce de tu piel/
porque al fin/
    regocijas mi corazón
        que se queda sin preguntas. 

Autor: Juan C. L. Rojas

domingo, 22 de noviembre de 2009

Pértiga y carroza

De pértiga dulce
   a flor y profundo ensamblada en tu vientre
       puede ahora arrastrar mi alma
         carrozas ensoñadas.

De ceñido pedestal
   pueden nuestros cuerpos
      mover el mundo
         al ritmo sediento
             de pélvicas luces.

Oh, amor
al canal mayor de tus venas
se asoman/    vertientes/
   ríos infinitos.
¡Cómo no cantar
   si la fuerza de tu sangre
      tensa la cuerda limpia de mi garganta!

Magnolia encendida    es tu cintura
   ceñida de mis brazos
      posesos de pasión.
Fidedignos del ardor
   nuestros besos fagocitados.
Cuerpos inmersos en el altar.
¡Placer!
   que ignora el tiempo y el espacio.
¡Rostros que se inflaman
   del gozo a fuego vivo!

Ahora que muero
   consumado en tus brazos/
doblegado en la fuerza
   del placer y del amor/
      ¡anda! ¡llévame en tu seno!
A esta pequeñez humana
   llévala en tu seno...
      donde se elevan las ondas
         de ardientes corales arracimados...
      donde palpita ansiosa la simiente...
      donde se arrulla/
la materna e infinita
   ternura de la vida.


Autor: Juan C. L. Rojas

Gracias a todos por vuestra generosidad en participar. Un abrazo.