¡Oh, anaranjado estallar de soles amanecidos
que se rompen/
en la luna dilatada de aquellos ojos!...
que trepan/
las quebradas pedregosas
de mi espíritu...
Duende íntimo que abraza
suavemente/
su cintura de guitarra...
y mi guitarra cela/
hoy no canta/
llora.
Oh, guitarra/ ciega/ ¡No puedes!...
¿No quieres acaso?
...Yo sí quiero
enhebrar en melodías
la musa dulce de su amor.
¡Oh, bordonas y tristes cantarinas!
¡No decaigan hoy
escoltas reticentes!
Como en aquellas noches de nostalgias
¡yo quiero aún, cuerdas,
vuestro bálsamo sonoro!
¡No llores guitarra, sueña!
¡Sueña guitarra, sueña!
La opulencia del sentir
engorda
los latidos de estas notas.
¡Canta, guitarra, canta!
...No olvidan las manos de mi ser
el pozo erótico de sus curvas
donde aún
ensamblo mi pasión.
...y duermen los párpados/
al vibrar
la cuerda oscura de mi voz
porque sienten/
revenidos timbres y luces
en los arpegios de su alma.
¡No llores guitarra, sueña!
¡Canta guitarra, canta!
Autor: Juan C. L. Rojas