Sí/
Sé muy bien
por qué se yergue aún
la columna de mis sueños
vertebrada desde la sangre...
Mientras el mundo
se pierde en sus condenas/
trivialidades/
indiferencias y avatares/
Mientras intercambia acalorado
tribal veneno de discordias
tribales sectarismos de cavernas/
hay zaguanes que congregan
espera y ansiedades.
Hay espacios que aroman
el verdor pasional de los anhelos...
Hay un rincón/
por lo menos un rincón
donde se esparce
en vital fecundidad
la siembra de nuestras manos/
Manos que roturan
la tierra tibia de nuestra sed/
¡Sed que amamanta
la vastedad de lo posible!
Posibilidad canora
de febriles aves
y ancestral
libertad de las gaviotas.
Sospecho que de nuestros pasos
no quedará inmune este sendero/
Sospecho que cambiarán sus ojos
los girasoles/
que brincarán libres
las flores de las caricias/
y las notas musicales
de nuestro amor.
Sé muy bien
por qué se yergue aún
la columna de mis sueños
vertebrada desde la sangre...
Mientras el mundo
se pierde en sus condenas/
trivialidades/
indiferencias y avatares/
Mientras intercambia acalorado
tribal veneno de discordias
tribales sectarismos de cavernas/
hay zaguanes que congregan
espera y ansiedades.
Hay espacios que aroman
el verdor pasional de los anhelos...
Hay un rincón/
por lo menos un rincón
donde se esparce
en vital fecundidad
la siembra de nuestras manos/
Manos que roturan
la tierra tibia de nuestra sed/
¡Sed que amamanta
la vastedad de lo posible!
Posibilidad canora
de febriles aves
y ancestral
libertad de las gaviotas.
Sospecho que de nuestros pasos
no quedará inmune este sendero/
Sospecho que cambiarán sus ojos
los girasoles/
que brincarán libres
las flores de las caricias/
y las notas musicales
de nuestro amor.
Autor: Juan C. L. Rojas